Por Santiago Vicente, Memorias de PLUNA.
Los invitamos a conocer la historia de Ignacio, un uruguayo que participó del viaje que transportó las primeras vacunas de Sinovac hacia Uruguay.

Ignacio Tosanotto Magnabosco lleva 13 años trabajando en la aviación, si bien comenzó trabajando para una empresa de seguridad en el Aeropuerto de Carrasco rápidamente pasó a trabajar para TAM antes de que ésta se fusionara con LAN creando la aerolínea que hoy conocemos (LATAM). Actualmente forma parte de LATAM Cargo, esta filial se encarga de brindar atención a las aeronaves de pasajeros y carga mientras éstas se encuentran en tierra, además de los servicios que ofrece como uno de los principales operadores de carga de Sudamérica. Su función en tierra es de Coordinador de Operaciones Terrestres (COT), además Ignacio también es Despachador. Estas dos funciones se unen en el rol de “Loadmaster”, posición que desempeña cuando vuela en la aeronave hacia otros destinos como miembro de la tripulación.
Su trabajo como Loadmaster implica supervisar y coordinar la operación en plataforma del avión, desde la apertura hasta el cierre de sus puertas, carga de combustible, carga y descarga de los contenedores que viajan dentro del avión (orden, posición, documentación, etc), garantiza la seguridad del personal y que se cumplan correctamente los procedimientos. Además, en esta operación en particular también debió supervisar aspectos propios del tipo de mercadería que se trasladaba, tales como chequear la temperatura y controlar el nivel de batería de los contenedores que transportaban las vacunas.
Todos recordamos las imágenes que corrían por las redes sociales al inicio de la pandemia, grandes aviones comerciales de pasajeros trasladando mercadería incluso en la cabina de pasajeros. Ignacio formó parte de aquellos viajes, el año pasado voló a Asia para colaborar en el traslado de insumos médicos, respiradores, mascarillas, textiles hospitalarios, etc, hacia Sudamérica. Algunos de sus destinos fueron Shanghái, Xiamen, Singapur, Nueva Delhi y Bangkok, LATAM no cuenta con personal propio ni personal certificado por la empresa en dichos destinos, ello hace necesario el envío de un mecánico y un Loadmaster a bordo como requerimiento mínimo.
El viaje a China llegó sin previo aviso. Ignacio recibió una llamada el 19 de Febrero, un día después de su cumpleaños, donde le comunicaron si quería realizar este vuelo en busca de las vacunas, la noticia lo tomó por sorpresa dado que no sabía que la empresa realizaría el traslado de las primeras vacunas a Uruguay. Por supuesto no dudó en embarcarse hacia allí.

Su travesía comenzó volando a Santiago, donde pasó algunos días encerrado en el hotel, luego partió desde allí realizando el tramo más largo del viaje entre Santiago y Sídney, con viento de frente, unas 14 horas y media aproximadamente. La aeronave encargada de traer las vacunas desde China a Chile fue un flamante Boeing 787-9, registro CC-BGL.
En Sídney se toman muy en serio el protocolo, Ignacio nos cuenta que desde el momento en que descendieron de la aeronave hasta llegar a la habitación del hotel fueron escoltados. Junto con los demás miembros de la tripulación se les realizó un hisopado y fueron acompañados por la policía durante migraciones, aduana y sanidad. Incluso fueron escoltados en bus a un hotel previamente designado, con corte de tránsito incluido. Al llegar al lobby del hotel, con un estricto protocolo de 2m de separación, se encontraron con una mesa dispuesta con 4 policías encargados de monitorear las cámaras ubicadas en cada piso. Al entregarle las llaves de la habitación, fueron acompañados uno por hoy al ascensor por otro policía que se encargó de tocarles el botón que indicaba el piso al que se dirigían. Una vez en el piso, otro policía los recibía, amablemente les abría la puerta y la cerraba. Ya dentro de la habitación, no podían abrir la puerta a no ser por una emergencia, para recoger la comida que les era entregada o al momento de volver al Aeropuerto realizando una vez más el mismo protocolo.
Entre Sídney y Pekín fueron otras 11 horas y media de viaje aproximadamente. Una vez en Pekín, nos cuenta que lo primero que hizo al llegar tras realizar los chequeos previos a la carga, fue colocar la bandera de Uruguay en el contenedor que transportaba las vacunas que venían hacia nuestro país.

Ya de regreso, el vuelo de Pekín a Sídney fue una sensación de alegría y emoción indescriptibles que revive mientras nos relata los momentos vividos, a tantas horas de distancia de su casa y su familia, pero a su vez trasladando algo tan simbólico y valioso que le pertenece al país entero. Algo que destaca es la gran camaradería que existe en la compañía, un aspecto que hace mucho más llevadera la experiencia lejos de casa, nos describe un ambiente de trabajo muy cordial donde es habitual que un Comandante con 30 años de experiencia arriba de un avión te sirva un café.

La descarga en Chile fue rápida teniendo en cuenta que es una de las sedes de la línea aérea, contaron con la presencia del Presidente de Chile, autoridades sanitarias y de la línea aérea. Allí fueron descargados los contenedores con vacunas pertenecientes a Chile, mientras que el contenedor perteneciente a nuestro país fue descargado y refrigerado antes de ser cargado en otra aeronave que sería la encargada de trasladarlo a Uruguay. La aeronave encargada del tramo hacia Montevideo fue otro Boeing 787, registro CC-BBI.
Finalmente la cúspide de tanta emoción llegó en el tramo final entre Santiago de Chile y Montevideo. Ignacio voló solo junto con los dos pilotos de LATAM y estuvo en la cabina cuando fueron recibidos con un cálido agradecimiento en nombre de todo el país realizado por el personal de la Torre de Control del Aeropuerto Internacional de Carrasco. Grabó ese momento con su celular y luego no pudo contener las lágrimas de la emoción, una sensación imposible de poner en palabras. Ignacio describe este viaje como una experiencia movilizadora, más allá de que estas vacunas significan el principio de otros tantos vuelos que transportaran incluso más dosis que éste, ser parte de este viaje y aportar su pequeño grano de arena fue una sensación indescriptible, un recuerdo que lo acompañará el resto de su vida.
Videos compartidos por Ignacio:
Agradecemos especialmente a Ignacio Tosanotto Magnabosco por contarnos su experiencia. También queremos agradecer a Fernanda Cuceli por ponernos en contacto con él y permitirnos contar esta historia.